Las dolorosas cifras de El Salvador

Mariana Moisa

 

El Salvador, conocido como el país de la eterna sonrisa, ha acumulado en tan solo siete meses más de 226 feminicidios. La sonrisa se convierte en mueca, si sumamos las denuncias por violencia sexual. La periodista Metzi Rosales, en su columna publicada el 23 de enero de 2018, afirma que: “En promedio, la Fiscalía General de la República (FGR) recibe anualmente 6.000 denuncias de mujeres víctimas (menores y mayores de edad). Y esta es una estadística negra u oscura, porque no todas las víctimas de delitos interponen la denuncia. En 2013, la FGR contabilizó 6.728 denuncias de este tipo; en 2014, 6.357; en 2015, 5.573; y, en 2016, 5.970”.

El carisma, por lo menos si se es mujer salvadoreña, se continúa perdiendo si seguimos hurgando en las estadísticas. Para junio de 2018, la Alianza por los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Juventud en El Salvador reveló, en su informe ‘Violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en El Salvador’, que entre 2013 y 2017, la Policía Nacional Civil (PNC) recibió 11.886 denuncias de violencia sexual; el Instituto de Medicina Legal (IML) reportó 10.630 víctimas; mientras que la FGR informó de 3.378 casos, siendo el 95,43 por ciento de estos cometidos contra niñas y adolescentes.

Las cifras alarmantes de violencia contra las mujeres dejan en evidencia las prácticas culturales de un sector importante de la población: el más empobrecido, el que se ubica en el área rural, como el lugar con mayor incidencia de violencia de género contra las mujeres. Sin embargo, a principios de 2018, luego de que se conociera el feminicidio de una agente policial, perpetrado por sus compañeros policías, el de una doctora y el de una periodista, estos demostraron que la violencia contra las mujeres no conoce estratos sociales.

A finales del 2017, organizaciones ultraconservadoras cuestionaron la existencia de la violencia contra las mujeres y el feminicidio. Para ello, invitaron a los promotores de esta afirmación, quienes también son autores de ‘El libro negro de la nueva izquierda’.

Estas organizaciones y sus invitados difundieron, por varios medios, esta idea. No solo les bastó con negar la existencia de los feminicidios sino que los pusieron en competencia con las cifras de los asesinatos de los hombres, como si la violencia homicida se redujera a un tema de estadísticas. Ahí radica la insensibilidad de quienes pretenden negar que las características de los feminicidios son distintas a las de los homicidios.

Pero la reacción de influencers, periodistas, intelectuales, políticos y políticas se decanta por el reconocimiento de la figura del feminicidio, de la violencia sexual y de los embarazos en niñas y adolescentes, debido a la presión de un movimiento ciudadano que a su vez reconoce el papel de las defensoras de los derechos de las mujeres y a las feministas como las protagonistas al traer a la palestra pública estos hechos.

El papel de las feministas

Los feminicidios más difundidos ocurren durante la fuerte campaña de algunas feministas por el cambio de la ley para permitir el aborto en casos excepcionales. El debate sobre los derechos de las mujeres, la violencia sexual contra niñas y las desigualdades sociales ya eran parte de la discusión, al menos en redes sociales y medios de comunicación.

Las demandas del movimiento feminista encuentran en un sector de la sociedad un medio para amplificar sus ideas; pero una buena proporción de la sociedad salvadoreña se enorgullece de su machismo. Frente a los casos de violencia feminicida, muchos comenzaron a preguntar: “¿Y a dónde están las feministas en este caso? No las veo exigiendo”. Si bien podría leerse como un reclamo, también podría prestarse a entender que se nombra y reconoce la labor de quienes defienden derechos.

2017 cerró con 1.758 denuncias por violación a niñas y personas con diversidad funcional, es decir, cinco niñas fueron agredidas cada día en ese año. Desde enero de 2018 hasta julio, no ha cambiado la ley para legalizar el aborto y los feminicidios van en aumento: en siete meses un promedio de casi dos mujeres por día son asesinadas por sus parejas o exparejas. Pero lo que sí ha cambiado es la sociedad, que nombra más sus problemas y que reconoce, aunque le cuesta, que la violencia contra las mujeres existe y que las defensoras de los derechos humanos son necesarias. Tener esta claridad para determinar que la violencia de género tiene rostro de mujer y que debemos erradicarla es lo único que podría devolvernos esa sonrisa.

 

Nota: en 2010, El Salvador aprueba la Ley Especial Integral para una vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) y entra en vigencia en 2012. En el artículo 45 de la LEIV, está regulado el delito de Feminicidio, el cual hace referencia a la muerte de una mujer ocasionada por motivos de odio o menosprecio por su condición de género.