Dos de las fundadoras de la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras, Lydia Alpízar y Marusia López, analizan el momento actual del colectivo, aprovechando la presentación del informe de agresiones 2015-2016.
Texto: Mª Ángeles Fernández. Fotos: Marina León Manovel / mayo 2018
¿Qué retos tiene en estos momentos la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras?
Lydia Alpízar: La Iniciativa está en un momento importante de consolidar el trabajo. Empezamos en 2010 y desde entonces, la situación de las defensoras es más compleja y ha empeorado. La demanda de acompañamiento a defensoras en riesgo y el trabajo de protección integral feminista que hacemos se ha incrementado muchísimo. En los últimos dos años y medio, estamos haciendo un buen análisis de contexto para pensar cómo nos tenemos que transformar nosotras para, de manera más efectiva, contribuir a la protección integral feminista y hacerle frente al contexto de una manera proactiva, siempre intentando transformar. Ahora estamos empezando con un nuevo plan estratégico, con una nueva estructura que trata de fortalecer a la Iniciativa como actor político. También queremos consolidar el trabajo que se ha venido haciendo, como poner el autocuidado, el cuido colectivo y la sanación en el centro. Creemos que es una apuesta política necesaria y parte de la transformación que estamos intentando promover: revisar los modelos de activismo que son muy heróicos y basados en el sacrificio, y eso coloca a las defensoras en una situación que hace que el riesgo aumente. Además queremos fortalecer la acción de las casas de acogida, que tenemos tres y queremos tener más y fortalecer la incidencia que estamos haciendo de manera colectiva.
La Iniciativa nació en 2010, ¿qué objetivos iniciales se han logrado?, ¿cuál es el balance positivo de esta andadura?
Marusia López: Iniciamos la Iniciativa como respuesta a la preocupación de ver que compañeras cercanas cada vez eran más agredidas y cuando intentábamos reaccionar a esa agresión sentíamos que partíamos de cero: no teníamos capacidad instalada ni organtizativa para reaccionar, no sabíamos cómo enfrentar la violencia, no sabíamos cómo abordar la dimensión de género de las agresiones. Para mí uno de los logros más significativos es que logramos una alianza entre mujeres de muy diversos movimientos sociales, con quienes a lo mejor antes no teníamos una relación o inlcuso había diferencias políticas; hubo una compresión colectiva de que el nivel de violencia política y social requería que estuviéramos juntas. Y esta alianza nos permitió hablar de la cosas que no estábmaos hablando y que nos avergonzaba: lo que pasaba en nuestras familias y organizaciones, de entender cómo la violencia contra las mujeres era un mecanismo de control social y político, de construir redes de cuidadado mutuo, de ponder el cuidado en el centro, y nuestro propio cuidado. Ocuparnos de nuestro cuidado sin culpa, sin sentir que estamos dejando de un lado la lucha y el heroísmo, sino que entender que si nosotras estábamos bien y protegidas nuestros movimentos estaban más fuertes.
Si nosotras estábamos bien y protegidas, nuestros movimentos estaban más fuertes"
Hemos construido recursos muy concretos que no existían, como las tres casas de acogida"
Lydia Alpízar: Y hemos construido recursos muy concretos que no existían, como las tres casas de acogida. Es un aporte muy importante, porque los modelos de protección tradicionales estaban muy insiprados en los hombres activistas y no contenían ese tipo de posibilidades. También hemos hecho aportes importantes a cómo se entiende la protección y hemos estado interlocutando con actores del movimiento de los derechos humanos sobre esta dimensión del cuido. Es importante que esté en la agenda y se mire no sólo como una dimensión importante de la protección, sino también como una dimensión transformardora. Nos da esperanza. Cuando una habla con las defensoras, el hecho de que ellas formen parte de esta red rompe el aislamiento y da esperanza. Y sabemos de casos que las compañeras estaban en riesgos y que su vida se salvó, o por lo menos se hizo una contribución importante para que no continuara con el mismo nivel de riesgo. Creo que hay mucho de lo que celebrar sobre lo logrado, a pesar de que el contexto es muy difícil. También es un logro el hecho de que se nos reconozca como un actor que está haciendo un aporte.
¿En qué consiste la protección integral feminista en la que estáis trabajando?
Lydia Alpízar: Integramos diferentes perspectivas en el análisis sobre de dónde viene la violencia, cómo se construye, cómo la viven las defensoras y cuál es el tipo de respuestas, para poder atender y prevenirla. Y Hay varias cosas que la hacen feminista, aunque es un proceso que está en construcción. Por un lado, es una respuesta colectiva, aunque responda a casos indivialues. Segundo, sobre cómo entender la violencia, miramos el entorno comunitario y familiar, así como la construcción de género alrededor de los tipos de violencia para entender que tienen que ver con su activismo pero también con su rol. Otra cosa es el autocuidado, el cuido colectivo y la sanación, que tienen que ser parte de la respuesta y parte de la prevención. Y es integral porque trabajamos la parte de incidencia internacional, la nacional, de denuncia, la necesidad de construir conocimento y de documentar datos que nos permitan demostrar tendencias y visibilizar la violencia. También es integral porque tenemos sistemas de comunicación para lanzar alertas y movilizar solidaridad. Y, por supuesto, hay una apuesta por el poder colectivo.
agresiones a defensoras de derechos humanos en la región