Sandra Abd' Allah - Álvarez, Negra Cubana, nos trae dos historias sobre diversidad sexual en la Regla de Osha, el conjunto de creencias sincréticas afrocubanas conocido como santería.
-I-

Nací un 12 de septiembre. Y me pusieron Sandra. Fue mi tía Miriam quien escogió ese nombre para mí. No fui nunca Caridad, ni Cachita. Se equivocaron. No nací el día de la Patrona de Cuba sino el de orisha del agua dulce, de los ríos. Me hubiera gustado llamarme Oshún.

Crecí con la estrella de quienes tienen a la Diosa del río como ángel de la guarda. Era una niña linda y risueña. Luego una adolescente coqueta, como se espera de las hijas e hijos de la diosa de fertilidad. Aprendí a ofrecerle sacrificios. Nadie me los imponía. Eran simplemente mis deseos. Le creía, la sentía cercana, por eso todos mis pedidos y anhelos los puse en su mano. Hasta un día.

Me senté frente de quien sería mi padrino y con curiosidad miré su tablero. Aquel pedazo de madera grabado, que me recordaba más aún pieza de arte que a un instrumento de la fe, definiría parte de mi destino. Uno a uno fueron preguntados: Obbatalá. Oshun. Yemayá. Shango... Mi padrino interpretó lo que decía Orula: Olokun es mi ángel de la guarda.

Mis ojos rodaron en blanco. Asombro. Todas las santeras que habían pasado por mi vida me han reconocido como legítima hija de Oshun, yo gustaba del color amarillo, de girasoles y de darle ofrendas, repito.

Para esa época ya yo era lesbiana.

Llegué a casa con la ansiedad de buscar información sobre Olokun. Conocí que el mar es su reinado y que vive en sus profundidades. A su cuidado están los secretos fundacionales de la humanidad: la vida y la muerte, así como todas las riquezas marinas. Aunque nunca se le ha visto, se dice que es andrógino o hermafrodita, y se le ha representado indistintamente como mujer como hombre y también como un humano-pez.

-II-

Acabo de hacerme santo. Soy Oni Oni, o sea, un hijo legítimo de Shangó y Yemayá, dos de las divinidades más importantes del panteón Yoruba. Soy gay. Que una mujer se pueda hacer un santo varón nada tiene que ver con género ni con el sexo pues durante la ceremonia se mantiene el modelo heterosexual de la familia y el sistema de parentesco. Cuando se inicia la ceremonia, durante la lectura del porvenir, del llamado “Ita”, se conoce cual es la otra deidad, que complementa. En mi caso, que me inicié en Shangó, ya al final se supo que mi madre era Yemayá. O sea, eres hijo o hija de un padre o madre, como una familia.

No obstante, con relación a otras religiones en el Complejo Osha-Ifa hay una mayor inclusión y mayor reconocimiento social a los homosexuales, pero sigue siendo estigmatizado porque hay ciertas especializaciones, que otorgan cierta jerarquía, que no pueden realizar por su orientación sexual.

Por ejemplo, un homosexual no se puede iniciar en Ifá, pues se dice que el componente femenino que se recibe ya el hombre gay lo tiene, al igual que la mujer, por tanto no pueden tener esa especialización. Por otra parte, los gays gozan de mucho reconocimiento como espiritistas.

Por otro lado, las lesbianas, estas son doblemente discriminadas dentro de la Regla de Osha, es obvio el por qué. Otra evidencia es que las santeras no llegan a ser Oba, o sea, maestras de ceremonia, lo cual era una jerarquización que estuvo en manos de las mujeres en el momento de la conformación de la Santería pero que luego se pierde cuando solo se inician hombres como oriates, de manos de otros hombres.

Entre los practicantes de estas religiones de origen popular, existen limitaciones más bien subjetivas. Aún se escuchan entonces en términos como “personas indefinidas”, “lo invertido”.

Una anécdota: en una ocasión fui a consultarme con un palero y resultó que el hombre era también Abakuá, no me dejó pasar; me dejó fuera de la casa y fue a preguntarle a su prenda si me podía atender. Entre las cosas que me dijo fue que yo no era homosexual porque si la prenda había aceptado que lo consultara era porque no lo era.

Del mismo modo, es muy frecuente en los tambores que se le ofrecen a los orishas, quienes montan las divinidades femeninas sean hombres gays no así heterosexuales. Se va haciendo cada día más común que los gays se especialicen con el tema de la espiritualidad, la misa, tirar las cartas, la gitana, etc. De manera de que se definen ciertos roles dentro de la práctica religiosa en dependencia de la orientación sexual.

No obstante, recuerdo una mujer lesbiana masculina que iba vestida de Iyawo como si fuera un hombre: bolchevique, pantalón, camisa y sus collares. No llevaba saya, ni chal ni ninguna prenda femenina. Sería muy interesante entonces saber hasta qué punto una persona puede mantener su identidad de género en un espacio heterosexual como es la Regla de Osha.