Del armario a pegar carteles en el barrio que ayudó a reconstruir como arquitecta y como activista. Rehabilitó un barrio que “a medida que cambiaba estructuralmente también lo hacía en lo social”. Susana Trigueros, de 46 años, tiene el sobrenombre de arquitecta de Chueca. Fue una de las impulsoras del cambio de un barrio degradado, “con casas que estaban a punto de caerse porque en cien años no habían sido reformadas” y su trabajo ha sido modelo de estudio.

Chueca era un barrio empobrecido y poblado principalmente por yonkis. “Lo bueno fue poder conservar, al menos en sus inicios, la esencia de tiendas de barrio, aunque ahora está plagado de franquicias clónicas”. Esa explosión de franquicias también trajo consigo la parte contraria al urbanismo social: la especulación inmobiliaria. “Se han cogido pisos grandes y se han hecho microapartamentos”.

De la arquitectura al activismo, o tal vez en este caso sea complicado separar las dos cuestiones. El caso es que Susana dio sus primeros pasos por Chueca pegando carteles con COGAM. “Pasé de dudar de mi sexualidad a lanzarme a la militancia”, aunque poco duró formando parte de la entidad: “Iba con una idea romántica y tuve que dimitir porque comencé a ver mucho politiqueo, al punto de que ya no era ir a pegar carteles sino ir a los despachos a por subvenciones”. Recuerda con añoranza los años en los que había que luchar “solo un poquito más que ahora, que también es necesario, aunque parezca que está todo ganado”.

El barrio de hoy, aunque mercantilizado, le parece todavía “un espacio de libertad y, a veces, el único para muchas personas que siguen armarizadas fuera de Chueca”. Afirma que tuvo un sentido en su momento, pero la aspiración es “que estas calles no sean reducto sino contagio para todo Madrid”. Fuera de la militancia activa, Susana seguirá rehabilitando los espacios de igualdad desde sus cimientos.