La performance es también un tejido. Cobra sentido no como pieza aislada. No como objeto de arte. Sino como huella colectiva de un tiempo. Es un repertorio autónomo y poético que nos sirve para entender qué coño hacemos aquí. Nada está asegurado.

Laura Corcuera

Frente al mar y la aparente quietud del universo puedes hacer una performance 'Sin Título'./ Laura Corcuera

Frente al mar y la aparente quietud del universo puedes hacer una performance 'Sin Título'./ Laura Corcuera

Último día. Empiezo con sobriedad y crítica. El Diccionario de la Lengua Española define la performance como una “actividad artística que tiene como principio básico la improvisación y el contacto directo con el público”. Esto contradice todo lo que venimos hablando en la Ruta. La performance no es una improvisación, hay una conceptualización previa de la acción, tan importante como su ejecución (que puede incorporar el azar como elemento). Unos kilómetros antes también demostramos que la presencia de público no es requisito indispensable como en las artes escénicas.

Frente al mar y la aparente quietud del universo puedes hacer una performance Sin Título que consista en lo que quieras, basta con la intención. No hace falta registro. Podría ser una instalación de pisadas sobresalientes (que literalmente sobresalgan de la arena), un humanimal de algas jugando en la orilla, una Trilogía de los Entierros o una encuesta a las perras paseantes sobre el estado de la costa levantina.

Pero la pregunta obsesiva generalizada en la academia, el museo y la calle “¿qué es y qué no es performance?” es, en esencia, absurda. Y a estas alturas debería darnos lo mismo. Es un callejón sin salida. Y en este momento del viaje busco calles invisibles que recogen la verdad del acontecimiento.

El barrio del Cabanyal no ha desaparecido gracias a las luchas vecinales frente a la especulación urbanística./ Laura Corcuera

El barrio del Cabanyal no ha desaparecido gracias a las luchas vecinales frente a la especulación urbanística./ L.C.

La taxonomía es a veces asfixiante. Casi de gaupasa llego a desayunar al barrio del Cabanyal, que no ha desaparecido gracias a las luchas vecinales por la defensa de sus casas frente a la especulación urbanística. Una resistencia histórica que sigue viva en la ciudad de Valencia. Allí se hace desde 2011 el Festival Cabanyal Intim. La última edición se hizo en mayo e incluyó Territori Performance.

Valencia, cogollo del corredor mediterráneo, cuna de performers y djs, donde se ofertan los mejores servicios y cuerpos al servicio del capital. Viva España. Recuerdo Nacional 340- De Francia a Málaga, proyecto de Ana Navarrete (Valencia, 1965) que aborda las relaciones entre migraciones, trabajo sexual e industrias del cuerpo: “Hay una inmigración que no pasa por los controles policiales ni políticos porque interesa que funcione de manera nómada (...) En La Palmera, cerca de Castellón viven 6.000 mujeres que cambian cada 21 días de destino, a ritmo de menstruación. En todos los pueblos de la comarca hay prostíbulos. Y hay más mujeres en el prostíbulo que en el pueblo. La situación es tan llamativa que nos permite poner una cosa al lado de la otra, mayor desarrollo turístico y mayor prostitución en estas contrageografías de la globalización”, explicaba Navarrete.

Arranco la furgoneta y me voy de la ciudad. Podría seguir bajando hasta Alicante para hablar con el poeta de acción Josep Sou, pasar en febrero por Murcia al Festival Abierto en Acción que organiza Domix Garrido y llegar a Sevilla en junio para el Festival Contenedores que monta Rubén Barroso.

Pero cojo carretera y manta directa a Madrid. Hace mucho frío. Puede que nieve. Pienso que la performance es una forma de deambular en la vida. Y deambular es una gran acción. “Así la vida”, como dicen Las Thatcher.

Sigo conduciendo. Las Guerrilla Girls mostraron con sus acciones otra calle invisible. Más cerca, aquí y ahora, otras artistas siguen desmontando la gran mentira del neoliberalismo.

Desde Yolanda Domínguez hasta Tonina Matamalas, fundadora de Maixap (Mallorca) con Carme Gomila, cuyos trabajos visuales son acciones: ¡Entérense! Mujeres valientes, Metonimia del Cuerpo o el Projecte UTER con el que participaron en The Queer Thing.

“Las acciones estéticas movilizan emociones, rescatan el sentido más profundo de la cultura, el arte y la ética” – escribió Francesca Gargallo–. “El arte es el lugar de la denuncia del presente”.

Oral Memories recoge testimonios de artistas vinculados a la performance y a la denuncia social, como la bailarina María La Ribot (Madrid, 1962) o el videoartista Javier Codesal (Sabiñánigo, 1958) que decía sobre sus Días de sida: “No es una pieza, es un tejido”.

La performance cobra sentido como huella colectiva de un tiempo./ Laura Corcuera

La performance cobra sentido como huella colectiva de un tiempo./ Laura Corcuera

La performance es también un tejido. Cobra sentido no como pieza aislada. No como objeto de arte. Sino como huella colectiva de un tiempo. Es un repertorio autónomo y poético que nos sirve para entender qué coño hacemos aquí. Nada está asegurado.

Voy camino de la Sierra Norte. Tendré que esperar a que ocurra El Porvenir de La Revuelta en Madrid para conocer a las valencianas O.R.G.I.A. De nuevo, el significado de las casualidades. Tensiones en ángulo de 90 grados.

En la ciudad del Km0 la lista de nombres se agranda: Nieves Correa, Yolanda Pérez, Ana Matey, Isabel León, Belén Cueto, Sonia Megías, Cabello Carceller, Yelena Cvejic, Abel Azcona, Elisa Miravalles... Artistas de performance con formas y procedimientos muy distintos, pero que tienen en común las ganas de deconstruir el concepto de arte, como sistema hegemónico, heteropatriarcal y racista que niega las expresiones de cuerpos y pueblos invadidos.

“En arte he tomado un nombre masculino para contestar con ironía los privilegios del mundo de los hombres”, explica Tomaso Binga, artista veterana de la Poesía Fonética Sonora Performativa, profesora de la Academia de las Bellas Artes de Frosinone y directora del Centro Cultural “Lavatoio Contumaciale” de Roma.

Sólo he hecho una parada desde Valencia. Llego a casa, dejo la furgoneta y enciendo la chimenea. Durante diez días de Ruta he recibido y compartido mucha información. Me he dejado nombres y experiencias por el camino. Que nadie se lo tome como algo personal. Este mapeo no es una tesis doctoral, sino un experimento que todavía no se a dónde nos va a llevar.

Mención final merecen lxs performers internacionales Diane Torr (1948-2017), Magdalena Abakanowicz, Fenia Kotsopoulo, Aisa Boaa, María Teresa Hincapié, Ron Athey y Sandra Bozic. ¡La lista es inagotable! Subidón. Premio Pipa, Queer Infection o Festival Ex-céntrico del Hemispheric Institut.

Muchas personas que he visitado durante esta Ruta de la Performance han estado alguna vez en Hastebol. Han contemplado y activado este lugar desde el que ahora termino de escribir. Una máquina de madera me dice: “Ha llegado a su destino”. Que siga la fiesta.