Aladine: la perseverancia por ser independiente

Aladine: la perseverancia por ser independiente

No todos los solicitantes de protección internacional se amparan en el sistema de acogida con ayudas.

Aladine nos recibe en el piso de Lavapiés -un barrio de Madrid muy diverso culturalmente- en el que convive con una pareja adherida a la red ciudadana Refugiados Bienvenidos.

Aladine, sirio de 30 años, contable de profesión, sonríe sin cesar, a pesar de la crudeza de su historia vital. Se intuye que es una persona práctica, resolutiva, porque ante cada escollo que se encontró en su larga peregrinación hacia Europa buscó una solución, excepto en aquellos momentos en los que no le quedó más remedio que dejar su alma y su bolsillo en manos de mafiosos en los que no podía confiar.

Tras un largo viaje por el norte de África accedió a Melilla andando desde Marruecos, sin mochila ni ropa, porque según le dijeron era lo más fácil para no tener problemas. «Dije a los agentes lo único que sabía en español: ‘Soy sirio, quiero entrar en calidad de refugiado. Tengo mis documentos», recuerda, riéndose, Aladine, ya que no pudo hablar más con el guardia de la frontera, que continuó dirigiéndose a él en castellano.

Pidió asilo el primer día y permaneció en el CETI de Melilla, del que cuenta: «Mucha gente dormía en tiendas de campaña, los baños estaban sucios, no tenían agua caliente, ni lavadoras. Cuando me quería duchar o lavar la ropa, me iba a un hotel, donde pagaba cinco euros por cada cosa».

Aladine confiesa que su plan era viajar a Suecia, pero acabó en el centro de refugiados de la ONG Accem en Sigüenza (Guadalajara): «Estuve solo tres semanas, vivíamos en un piso 23 personas de África y Siria y no me podía quedar, porque quería trabajar y aprender español».

Es recurrente, no sucede solo con Tarek o Aladine, muchos solicitantes de asilo tienen como objetivo llegar al norte de Europa. Miles de personas que han accedido a Europa por Melilla, no han solicitado el asilo en nuestro país. Han pasado por Madrid para coger el autobús que les lleva a su destino deseado, según indica Inés Díaz, de Red Acoge.

El reglamento de Dublín tiene el principio de que un solo Estado miembro examina la solicitud de asilo, para lo que hay unas pautas establecidas. «Uno de los criterios es el primer país europeo al que llegan estas personas. Cuando pasan de Marruecos a España, nuestro país es el primero de la UE que pisan y es el competente para pedir el asilo», indica Díaz.

Una persona muy crítica con esa política de «dejar pasar» es la catedrática Cristina Gortázar, que sentencia que el «Gobierno no ha cumplido con las obligaciones del reglamento de Dublín y mira para otro lado cuando le interesa» a la hora de facilitar la protección internacional. «La Oficina de Asilo y Refugio es consciente de que se estaba produciendo», manifiesta, contudente, la catedrática Cristina Gortázar.

En este sentido, afirma que muchas personas, conocedoras del procedimiento, han evitado pedir protección internacional en España para poder continuar viaje hacia el norte de Europa. Las razones, apunta, que en países como Suecia o Alemania había más concesiones de asilo y mejores condiciones económicas y ayudas «que las que ofrece el gobierno español». El Ministerio del Interior ha rehusado hacer declaraciones para este reportaje.

Meses después, Aladine ya tiene la protección subsidiaria, un estatus que tiene menos ayudas que el de asilo, pero a él no le preocupa, ya que tiene muy claro que para rehacer su vida necesita trabajo.

Desde finales de marzo de este año trabaja los fines de semana en el restaurante en el que hizo un curso de formación y tiene la esperanza de rehacer su vida, a pesar de estar lejos de su familia, que se reparte entre Siria, Alemania y Egipto. «Quiero empezar mi vida en España, no quiero volver a Siria. Si termina la guerra, se necesitarán muchos años para reconstruir el país», concluye Aladine.

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